miércoles, 10 de diciembre de 2014

Por el bien mayor. Dumbledore



Dumbledore era sin duda un mago grande, y tenía bajo su manga una gran lista de títulos ganados por puro talento, pero también una lista igual de larga de crímenes, cometidos o ideados, que probablemente ya olvidamos.

Desde antes de convertirse en el director de Hogwarts, Dumbledore ya estaba buscando el poder, y parafraseando, aceptaba que era peligroso otorgárselo.

Grindelwald, más ambicioso y sin ataduras psicológicas o familiares (la muerte de Arianna, y el bienestar de Aberforth), alimenta en Albus el ansia de poder.


Al leer las últimas entregas de la historia de Harry Potter, nos enteramos de la vida de Dumbledore, pero también ligamos otras historias que, unidas, nos llevan a descubrir una faceta más: la del cruel jugador de ajedrez.

Y eso es precisamente lo que Dumbledore es, un jugador de ajedrez, que utiliza a las personas como piezas en un complejo tablero, en el que sutilmente dirige a las demás personas para llegar al fin que él mismo desea: El bien mayor.

El contratar a Sybill Trelawney como profesora de Adivinación es uno de sus actos más desconcertantes, si consideramos que el propio Albus estaba considerando eliminar la asignatura de la curricula, pero eso también significaba que, después de una feliz coincidencia, tendría su propio oráculo a su disposición.

Severus Snape le serviría de espía doble, por su infatuación por Lily Potter, quien estaba por morir para cumplir la profecía de Trelawney. Dumbledore jamás consideró seriamente la protección de los Potter, pues permitió que Pettigrew fungiera como protector del secreto, lo que llevó a la muerte de los Potter a manos de Voldemort.

Después, al descubrir la traición, Sirius Black sigue a Pettigrew para vengarse, lo que resulta en el arresto de Black y el encierro en Azkaban. Dumbledore, quien se jacta de ser una persona que da segundas oportunidades, deja que Black continúe encerrado, mientras que hace lo posible por que Severus esté libre. Y cabe recordar que Albus estaba enterado del arreglo de los Potter y Black para que Pettigrew fuera el guardián.
  

   
Imagen: remusjohnslupin.tumblr.com

Mientras tanto, en la residencia Dursley, Harry Potter sufría abuso, y vivía en condiciones precarias, sin saber las condiciones en que murieron sus padres, y sufriendo el acoso de sus compañeros en la escuela. Una profecía justificaba para Albus el dejar a un pequeño niño con una familia que lo trataba como un estorbo del que no se podían deshacer. Recordemos que la propia Minerva McGonagall le preguntaba si creía que era correcto dejarlo con los Dursley.

Al llegar a la edad de entrar a Hogwarts, además permite que Harry se enfrente a los desafíos para conseguir la piedra filosofal, enfrentarse a la bestia que habitaba en la cámara de los secretos, viajar en el tiempo con el riesgo de alterarlo, participar en el Torneo de los Tres Magos con una edad inferior a la mínima, enfrentarse a Voldemort y a un grupo de mortífagos al lado de un grupo de estudiantes tan inexpertos como él mismo a la vez que sacrificaba la vida de Black, enfrentar a un Draco Malfoy asustado y afectado emocionalmente con hechizos experimentales que estabn escritos en un libro extraño, y por último, dejarlo morir, esperando que con ello se terminara el reinado de maldad de Voldemort.

Dumbledore estaba dispuesto a sacrificar las vidas que fueran necesarias con tal de lograr su objetivo, y el nuevo párrafo que ha salido a la luz nos ha demostrado esto mismo: Albus no era el mago bonachón y un poco loco que nosotros creíamos. Albus Dumbledore temía a la muerte.

Y por eso, Albus Dumbledore no pudo convertirse en el amo de las Reliquias.


Podría decirse que era un hombre con muchas máscaras, lleno de secretos y mentiras (si, Rita Skeeter solía ser una periodista seria, por lo que llega a ser acertada muchas veces), al que creíamos conocer, y realmente no llegamos a conocer completamente. Es un hombre que debe demasiadas explicaciones, y que seguramente no daría ninguna.

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