No hay más qué decir: Umbridge era el mal encarnado. Voldemort era el antagonista principal, hasta que apareció Umbridge y lo olvidamos por un momento.
Dolores Jane Umbridge, que gracias a Pottermore ya tiene una biografía canónica, ha sido empleada del Ministerio de Magia desde que terminó la escuela de magia, y se avergonzaba de su familia mestiza.
Era bien conocida su habilidad de robar el mérito del trabajo de otros, y de halagar a sus superiores, y por su trabajo se convirtió en una solterona, y no cualquiera, una solterona amargada y amante de los gatos.
Su pasión por el color rosa es bien conocida y su obsesión por los gatos ficticios (no toleraba a los gatos reales) rallaba en la exageración.
Se convirtió en una agente del Ministerio una vez que Fudge se sintió amenazado por Dumbledore, y aprovechó la oportunidad para tomar un puesto de poder y vengar su horrible estancia en Hogwarts donde no figuró en puestos de importancia.
Después de su trágica caída como directora de Hogwarts, donde no tendrá jamás su retrato, se le empleó en su puesto anterior y tomó poco a poco más poder a manos de los mortífagos y del títere Pius Thicknesse, usándola en los amañados juicios contra los nacidos muggle.
La muestra de que Umbridge era una mujer nacida del mal se puede observar en Las Reliquias de La Muerte, donde el horcrux causaba a Harry, Ron y Hermione horribles pensamientos, mientras que en Umbridge provocaba que pudiera convocar patronus cada vez más poderosos.
Es el símbolo perfecto de un funcionario público corrupto en un sistema de gobierno corrompido casi hasta la raíz, y se puede decir que se jacta de ser la única persona distinta de Voldemort en dejar una cicatriz en Harry Potter.
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